SOCIEDAD
El lugar menos pensado: la historia del argentino de 18 años que terminó en el cuerpo técnico de un club de Zambia
Martín Shatal quería irse a Milán, pero "de casualidad" llegó a un equipo que busca ascender. Cómo es vivir en un país tan diferente a la Argentina.
Admite Martín Shatal que tuvo que agarrar el mapa y fijarse dónde se localiza Zambia, país donde vive desde el primer día de marzo y adonde llegó de carambola, porque su idea original era perfeccionar su italiano en Florencia o Milán. "Tuve un problema con los papeles, la visa de estudio no me iba a permitir trabajar en Italia y en medio del bajón porque se me había pinchado el viaje, apareció esta oportunidad inesperada".
Porteño, de 18 años, Martín estudió en la ORT y luego empezó a dedicarse al videoanálisis de futbolistas. "Le hacía un seguimiento a los jugadores de Huracán que se desempeñaban en otros clubes y esos informes se los presentaba al cuerpo técnico que encabeza Diego Dabove. Esta faceta mía fue la que más interesó en New Hope Waves, club de fútbol de la tercera división de Zambia, adonde empecé a hacer un voluntariado".
Futbolero, hincha de Huracán, afirma que le apasiona el fútbol y todo lo que rodea a este deporte, "no solamente lo que sucede dentro del campo de juego, he viajado al interior de Argentina y a Uruguay solo... soy medio enfermito". En 2022 vio 42 partidos en 15 canchas distintas. "Cuando el presidente del club zambiano me dijo que les gustaba esta actividad, a la que me dediqué apenas algunos meses, me estimuló todavía mucho más".
Algo golpeado por la frustrada chance de ir a Italia, Martín se anotó en WorldPackers, una plataforma en la que se pueden encontrar oportunidades de trabajo voluntario en cualquier parte del mundo. "Apliqué para varios destinos, pensaba en lugares como España, Italia, Francia, pero también otros lugares más exóticos, porque me gusta el contacto con la gente y conocer otras culturas".
Cuando menos se lo imaginaba, hace un par de semanas, respondió alguien de un país impensado: "Hola, soy Auldridge Chibbwalu, presidente del club New Hope Waves, de Zambia. Nos interesa que puedas venir a Livingstone pero no para trabajar en la ONG, sino para que estés en el club y seas parte del cuerpo técnico". Martín lo leyó y releyó una docena de veces. "No lo podía creer, obviamente me tiré de cabeza".
Sacudido, Martín recuperaba el ánimo y lo primero que hizo fue googlear el mapa de Africa, se fijó dónde se ubica Zambia (centro sur del continente, sin salida al mar) y no lo dudó: sacó pasajes. "Fueron 33 horas de viajé, vine vía San Pablo, de ahí a Etiopía, luego Sudáfrica y finalmente Livingstone".
La charla con Clarín es desde su nueva vivienda que alquila por 280 dólares al mes, en un barrio céntrico. "El presidente me ofreció un hospedaje, pero yo preferí gastar de mis ahorros y estar en un lugar confortable y en una buena zona". Dice que está acomodándose con "los lugares, las distancias y la plata", describe mientras come una porción de pollo con papas fritas por el que pagó 80 kwachas (unos 4 dólares).
Maduro, reflexivo y aventurero, Martín parece mayor a los apenas 18 que tiene. "Mi vieja está preocupada, la tengo seguido en el teléfono, soy su hijo menor y está un poco inquieta. '¿A qué te vas a ir a Zambia? ¡Dejate de joder! ¿Dónde corno queda ese lugar?'. Se sorprendió un poco, no la vio venir y yo me decidí de un día para el otro. Finalmente entendió que es una oportunidad para mí, un aprendizaje de vida y una experiencia que en Argentina no iba a tener".
Llegó a Zambia el miércoles de la semana pasada y empezó su actividad en el club New Hope Waves el lunes último. "Fue muy cálida la presentación, me dieron la bienvenida y espero serle útil al cuerpo técnico. ¿Mi rol? Por ahora colaboro con el cuerpo técnico en lo que sea necesario y aporto alguna que otra recomendación. El DT es de Ghana, se lo ve muy serio y parece un hombre firme en sus convicciones".
"El miércoles -continúa- tuvimos un amistoso y viajaremos en micro unos 200 kilómetros y el fin de semana jugamos un partido chivo. El equipo está en el cuarto puesto y el presidente Auldridge está convencido de que ascenderemos a segunda división".
Si bien está dando sus primeros pasos, Martín propuso su primera idea: "vender las camisetas del New Hope en Argentina y con lo que se recaude mejorar las instalaciones y la cancha, que hoy es un potrero". El club tiene apenas lo básico, no cuenta con tribunas, pero al equipo lo sigue un puñado de pibitos hermosos de 5 a 10 años, que ven los partidos debajo de un árbol y alcanzan las pelotas que se van afuera... y sueñan con ser parte del equipo el día de mañana".
Con el correr de los días, el argentino se enteró que el New Hope es uno de los pocos clubes -tal vez el único del país- que tiene una ONG, "con un lema conocido para nosotros: 'Un chico en la cancha es un chico menos en la calle'. Me lo contó el presidente, con quien hablo todos los días y suelo pedirle que me cuente todo sobre el club. ¿Cómo me tratan en el club? Como si fuera Scaloni", ríe agradecido.
Cuenta Martín que se maneja en inglés, "idioma que habla la mayoría, porque Zambia es una ex colonia inglesa (se independizó del Reino Unido en 1964) y hasta existe la hora del té. "También el fútbol es un canal de comunicación, acá son re futboleros, siguen la Premier League y es común pasar por un bar y ver gente viendo los partidos. ¿Argentina? La conocen, obvio, por Maradona, Messi y ahora por el campeonato mundial se ven algunas camisetas que lleva puesta la gente".
Admite que no es sencillo "asimilar tanta información en poco tiempo, pero me las arreglo, soy una persona confiable y sé que me voy a acomodar. Extraño a la Argentina, a mi familia y amigos, pero hoy quiero estar acá, capitalizando experiencia. El hombre que me alquiló el departamento me dio algunas pautas de la vida cotidiana. Así como me dijo que vaya a lugares conocidos y que me mueva en taxi, también me recomendó que a partir de las siete de la tarde esté en casa y no ande solo por la calle".
Reconoce Martín que llego a Zambia "con los típicos prejuicios de alguien que llega de una gran ciudad como Buenos Aires a Livingstone, la octava en densidad de población, con poca urbanización y calles de tierra. Había buscado información en Internet, pero tampoco vi demasiado... Y me encontré con una linda ciudad, donde llueve mucho y hay que usar constantemente repelente para combatir a los mosquitos".
La prevención sanitaria no fue un tema menor para Martín, que tuvo que tomar las recaudos necesarios antes de partir de la Argentina. "Me di varias vacunas antes de viajar, contra la fiebre amarilla, la tifoidea, dos antirrábicas y la que me faltaba del Covid, además de unas pastillas que tuve que tomar antes de viajar contra la malaria".
Durante el día "se respira tranquilidad y armonía, el zambiano es buena onda, solidario y como llamo la atención -soy el único argentino en Livingstone-, me paran por la calle para preguntarme de dónde soy y por supuesto no faltan los elogios al país por Messi, Maradona. Me muevo sin inconvenientes, pero llego temprano a mi casa, donde me siento cómodo porque tengo lo necesario".
A los tres días de llegar a Zambia, Martín abrió una cuenta de Twitter (Argentino en Zambia), a través de la cual postea sus vivencias: desde fotos en el club New Hope, pasando por alguna historia pintoresca de calles, paisajes e incluso informa sobre la realidad, la salud y la economía en el país africano. En cinco días superó los diez mil seguidores.
"Si bien me siento acompañado por muchos argentinos, nunca faltan en Twitter los que te bardean. A pesar de que me interesa la política, no he publicado nada al respecto. Lo que no quiere decir que vaya aceptar que se compare a la Argentina con Zambia: no, no hay comparación. De ninguna manera, sólo me limito a poner cosas como que un dólar cuesta unos 20 kwachas, que 1 de cada 10 chicos muere antes de cumplir los cinco años, o que la pobreza roza el 70%".
Está terminando su pollo con papas y aparece la comida, "un tema álgido". Es que no es para nada sencillo encontrar comida internacional. "El pollo fue un hallazgo, pero no es fácil comer acá, es hasta ahora uno de los principales inconvenientes, porque en casi todos lados venden la comida típica a base de verduras, frijoles, pata de cabra, cola de cocodrilo, todo muy picante. Por ahora me las rebusco con mucha fruta, durazno y kiwi, y mucha papa y huevo".
De cara al futuro, Martín comenta que tiene pasaje de regreso para mayo "pero nunca se sabe qué puede pasar. Para esa altura el campeonato de fútbol habrá terminado y habrá que ver si se cumple el objetivo del ascenso. No sé, soy muy amplio en ese sentido, puedo extender mi estadía como pegar la vuelta... Lo que sí tengo claro es que quiero conocer ciudades de Zambia pero también viajar por Africa".
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